Los triunfos rápidos nos van bien. Conseguir un éxito inmediato, por más pequeño que parezca, es una buena dosis de motivación y convencimiento acerca de que sí es posible conseguir resultados. Ayuda a luchar para dejar atrás miedos e inseguridades.
Sin embargo, aunque parezca contradictorio, repetir esa fórmula una y otra vez, no necesariamente es la llave del éxito. En un plazo más largo, ¿respecto a qué contribuyen estas victorias rápidas?
En un plazo más amplio, algunos de estos resultados inmediatos, pueden no representar un avance significativo; en ocasiones, en el afán de cumplir un objetivo, el resultado no es el deseado.
Cuando esto sucede, se vuelve prioritario corregir las demoras, a la vez de compensarlas; se trabaja bajo presión, el tiempo es una limitante, el desempeño no es el adecuado; no es la mejor forma de trabajar.
La planeación a largo plazo, permite organizar recursos y diseñar las etapas de un proyecto completo. Así, los esfuerzos de quienes trabajan en cumplir uno o más objetivos van alineados hacia un mismo fin.
Planear a largo plazo, ayuda a ubicar los recursos, los procesos, la secuencia de pasos para llegar al éxito. Proporciona claridad sobre lo que se desea obtener.
Sin embargo, diseñar el largo plazo, requiere de tiempo; además los resultados no son inmediatos. Bajo ciertas circunstancias, son necesarias victorias rápidas.
La planeación a largo plazo y los éxitos inmediatos, son parte de una ecuación; debe existir un equilibrio para el logro de resultados.
Autor Ignacio martinez